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La caída de las bodas religiosas

¿Te imaginas que mañana llega tu familia y te dice que te han prometido con el hijo o con la hija del vecino del cuarto porque trabaja en una buena empresa, tiene mucho dinero en el banco y, además, una casa de fin de semana en la playa?

Sin duda, te echarías a reír. Y eso que no parece muy mal partido, ¿verdad?

Pues si retrocedemos en el tiempo —y sin tener que hacerlo tantísimos años atrás— el matrimonio de conveniencia era lo que se imponía en las sociedades. Un intercambio de bienes, de tierras, de riquezas al fin y al cabo. Este fue el sistema que prevaleció a lo largo de los siglos, desde que hay constancia de este tipo de uniones y prácticamente hasta la época del Romanticismo. Un contrato en el que el papel de la mujer era el de criar a sus hijos, cuidar de su casa y servir y subordinarse a un marido al que se le otorgaba la misión de proveedor y mantenedor de la familia. El amor no era tenido en cuenta y al futuro marido o a la futura esposa la elegían los familiares. Y ni qué decir si uno pertenecía a la realeza, pues ahí opinaba todo el mundo menos los consortes. Habría que decir, en favor de los romanos, que ellos se acercaron bastante al matrimonio por amor con su “coemptio” en el que el intercambio se daba entre las dos personas que se amaban —básicamente entre plebeyos— sin que hubiese nada más de por medio.

Cuando hablamos de matrimonio a menudo lo relacionamos con la Iglesia y esto se debe a que nuestra sociedad ha sido, durante siglos, católica. Sin embargo, no sería hasta la Edad Media, tras la caída del Imperio Romano, que la Iglesia no tomó el control de este tipo de ceremonias, convirtiendo el matrimonio en un sacramento cristiano. La realidad es que, hasta entonces y desde el año 4.000a.C. —con la cultura de Mesopotamia de donde se tiene la primera prueba de casamiento grabada sobre una tablilla de barro— se trataba de rituales no religiosos. Con los griegos se establecen las primeras bases legales para el matrimonio, el cual, para estos, no tenía otro fin que el de tener descendencia para que esta mantuviese el linaje de la familia. Como curiosidad, los griegos ya habían “inventado” eso que hoy llamamos wedding chapters —bodas en capítulos que se celebran en varios días con diferentes actividades y que están muy en auge actualmente—. Ellos ya celebraban uniones a lo largo de tres días que estaban perfectamente organizados con diferentes rituales, festejos, ofrendas y actividades. Con los romanos se establecieron nuevas normas legales para los casamientos como la edad mínima legal, el consentimiento o la capacidad jurídica matrimonial.

 
 

Como decía, la Iglesia se hizo con el control de este tipo de ceremonias manteniendo los compromisos basados en intereses políticos, de poder, estratégicos, de riquezas, etc. entre los cónyuges, especialmente en la realeza y la nobleza. El nuevo sacramento consideraba el matrimonio como la unión del hombre y de la mujer de manera indisoluble ante los ojos de Dios. De hecho, el amor parecía haber quedado relegado a las relaciones extramaritales, lo que, por otro lado, era considerado pecado por la Iglesia y podía ser castigado.

Desde el año 1564 y hasta 1870 —Ley Provisional del Matrimonio Civil—, las uniones civiles estaban prohibidas en nuestro país y el único tipo de enlace matrimonial que se consideraba legítimo era a través de la Iglesia.

¡Cómo han cambiado las cosas! Si leemos el artículo publicado por El Mundo “La Iglesia afronta una crisis de sacramentos: las bodas católicas ya son sólo el 21% del total y se bautiza a menos de la mitad de los niños”, de junio de 2022 veremos varios gráficos en los que se muestra el considerable descenso de bodas religiosas desde el año 2009 hasta el 2019 y el crecimiento de las ceremonias civiles. En el artículo se habla de un decrecimiento de hasta el 40% desde el año 2007 hasta el 2019.

¿Acaso en España nos casamos ahora menos que antes?

Lo cierto es que la respuesta es SÍ. Nos casamos menos.

Tomamos para esta aseveración las estadísticas realizadas por el INE, en las que se distingue entre matrimonios del mismo sexo (hombres/mujeres) y de diferente sexo en sus estadísticas. Los datos que se ofrecen a continuación proceden de esta fuente y están publicados hasta el año 2021.

En cuanto a los matrimonios entre hombres, la estadística muestra que estos tuvieron su máximo pico en 2006, con un total de 3.000 casamientos y su cifra más baja, como no podía ser de otra manera, fue en 2020 —año de la pandemia—. Si nos referimos a los uniones entre mujeres, su cifra más relevante data de 2021 con 2867 bodas y la más baja de 2007 con 1052.

En lo que se refiere a matrimonios entre personas de diferente sexo, la cifra más alta nos traslada al año 1975 con más de 270.000 ceremonias, seguido de 1977 con 262.015 y 1989 con 221.470. Es, a partir del año 2008, cuando las bodas caen en picado, obteniendo su menor representación en 2021 con un total de 143.515 ceremonias —sin tener en cuenta 2020 que fueron 87.481 debido a las restricciones por COVID—.

Matrimonios entre mujeres y hombres desde 1975 a 2021. Nacional

Matrimonios entre hombres desde 1975 a 2021. Nacional

Matrimonios entre mujeres desde 1975 a 2021. Nacional

¿Y qué ocurre con los divorcios y separaciones? ¿Nos separamos más que antes? ¿Nos aguantamos menos?

Pues la respuesta, contra todo pronóstico o intuición es que NO, no hay más divorcios. Recurriendo, nuevamente, al INE, los datos recogidos sobre rupturas matrimoniales, desde el año 2005, muestran un claro decrecimiento la mayor parte de los años, con algún repunte en 2010, 2011, 2012 y 2014. En 2021, último año que figura en la base de datos, hubo un repunte del 12.5% con respecto al año anterior, pero debemos tener en cuenta que estábamos inmersos en plena pandemia y, por lo tanto, fue el año con menos rupturas registradas. Si comparamos con 2019, 2021 baja en torno al 5%. Así que no, en España no nos divorciamos, ni nos separamos más que antes, solo que parece que las personas divorciadas o separadas ahora “hacen más ruido”. Lo cierto es que se ha creado todo un universo “cultural” y de ocio alrededor de las separaciones y divorcios que hacen que esta temática esté más presente que nunca en nuestras vidas.

Divorcios, separaciones y nulidades desde 2005 hasta 2021. Nacional

¿Y qué ocurre con los divorcios y separaciones? ¿Nos separamos más que antes? ¿Nos aguantamos menos? Pues la respuesta, contra todo pronóstico o intuición es que NO, no hay más divorcios. Recurriendo, nuevamente, al INE, los datos recogidos sobre rupturas matrimoniales, desde el año 2005, muestran un claro decrecimiento la mayor parte de los años, con algún repunte en 2010, 2011, 2012 y 2014. En 2021, último año que figura en la base de datos, hubo un repunte del 12.5% con respecto al año anterior, pero debemos tener en cuenta que estábamos inmersos en plena pandemia y, por lo tanto, fue el año con menos rupturas registradas. Si comparamos con 2019, 2021 baja en torno al 5%. Así que no, en España no nos divorciamos, ni nos separamos más que antes, solo que parece que las personas divorciadas o separadas ahora “hacen más ruido”. Lo cierto es que se ha creado todo un universo “cultural” y de ocio alrededor de las separaciones y divorcios que hacen que esta temática esté más presente que nunca en nuestras vidas.